Espigüete, Subida por la arista Este y bajada por la cara Sur.
Hay montañas que se suben con las piernas, y otras que se suben también con el corazón . El Espigüete pertenece a las segundas, su silueta caliza impone respeto incluso en la oscuridad, cuando apenas se adivina su forma contra el cielo estrellado.
Salimos desde el aparcamiento de Pinollano (1340 m.) todavía de noche, con los frontales abriendo un túnel de luz entre la hierba húmeda y las sombras. El aire era frío y seco, con ese silencio que solo se escucha antes del amanecer en la montaña. Éramos cinco: Carlos, Sora, Alberto, Josetxo y yo. Para Carlos, Sora y Alberto, no habituales en la montaña era su primera vez en el Espigüete, una cumbre que llevaban tiempo soñando. Para Josetxo, también debutante aquí, pero montañero de largo recorrido. Aquella mezcla de ilusión, experiencia y compañerismo marcó el tono de toda la jornada, tranquila, intensa y con algo de magia.
La senda arranca fuerte desde el mismo parking, ganando altura entre piornos y caliza. La montaña no da tregua desde el principio, pero el cuerpo pronto entra en calor. A medida que avanzábamos, la noche iba cediendo terreno al amanecer, el horizonte, hacia el este, se encendía en tonos anaranjados, y el Espigüete se dibujaba con toda su grandeza frente a nosotros.
En poco más de una hora alcanzamos el Collado Cervunal (1915 m.), un breve descanso antes de afrontar la arista este, esa línea elegante y luminosa que conduce directamente hasta la cumbre. Desde aquí, el terreno se vuelve más montañero. La roca, firme y limpia, pide manos y atención, pero regala pasos hermosos, de esos que te reconcilian con el esfuerzo.
La cima Este del Espigüete (2443 m.) aparece como un balcón sobre el vacío, suspendida entre el cielo y el valle. Allí paramos un momento, dejando que el viento nos despeinara y que la vista nos llenara de calma. Al frente, la cumbre principal ya parecía cercana, aunque todavía quedaba un buen tramo de arista, afilada y elegante, con algún paso que obligaba a pensar y disfrutar a partes iguales.
El último tramo se hizo con el corazón más que con las piernas. Alberto subía con esa mezcla de emoción y respeto que da sentido a la montaña. Carlos y Sora avanzaban con sonrisa constante, descubriendo la belleza de cada paso. Josetxo, sereno, parecía llevar toda la vida recorriendo estas rocas.
Y al fin, la cima del Espigüete (2451 m.), el viento soplaba ligeramente, pero el horizonte lo compensaba todo. Abrazos, fotos, silencio y risas. Había algo de incredulidad en las miradas, como si no termináramos de creernos que estábamos allí arriba, en el techo calizo de Palencia, cumpliendo un sueño compartido.
El descenso por la cara sur fue largo y exigente, con tramos de piedra suelta que reclamaban atención. El cansancio empezaba a pesar, pero el ánimo seguía alto. Poco a poco la roca fue dando paso a los pastos, y seguidamente llegamos a la pista que nos lleva hasta Cardaño de Abajo (1313 m.), donde nos espera Miguel, y en cuanto dejamos las mochilas en el coche supimos que la jornada aún no había terminado, que nos quedaba día por delante.
Nos vamos hasta el Puente Agudín, donde unas merecidas cervezas pusieron el punto de pausa perfecto a la aventura. Risas, anécdotas, fotos recién hechas en los móviles… esa felicidad sencilla que solo la montaña sabe ofrecer. Después, carretera hacia Ruesga, donde nos esperaban la cuadrilla de Andoain. Allí, degustamos una maravillosa comida en Casa Juanón, brindamos por la jornada, por la amistad y por el Espigüete, que desde lejos seguía vigilando, altivo y sereno, como si sonriera también.
Este día no conquistamos una montaña, compartimos un sueño. Y eso, en el fondo, vale mucho más que cualquier cima.
Mapa y track del recorrido
Perfil y datos del recorrido
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Comenzamos a caminar de noche, 7:30 de la mañana, desde el aparcamiento de Pinollano, para los no habituales a la montaña, era toda una novedad caminar a la luz de los frontales
Por el este la luz va ganando terreno a la noche y comienza a clarear
Hacia las 8:15 nos quitamos los frontales y seguimos disfrutando del amanecer. Abajo podemos ver el aparcamiento de Pinollano de donde hemos comenzado
La mirada se nos va para arriba y podemos ver la arista que tenemos por delante, Carlos, Sora y Alberto no se creen que subiremos por ahí, y se sorprenden de todo lo que ya hemos avanzado
El Curavacas va apareciendo por el este
Los tonos anaranjados del amanecer va coloreando el horizonte
Hacia el norte la luz comienza a despertar a las cumbre
El Curavacas deslumbrando a estas horas de la mañana
Sora posando con la arista este del Espigüete
Y nosotros seguimos subiendo estos primeros tramos de arista
Poco antes de llegar al collado Cervunal el sol comienza a calentarnos, cosa que se agradece
Espigüete con los primeros rayos de sol desde el collado Cervunal
Una vez pasado el collado seguimos progresando por la arista
Buscamos la senda más cómoda y menos expuesta
El grupo va a las mil maravillas en perfecta formación y atentos a cada paso
Desde el siguiente collado vemos lo que nos queda hasta la cima este, y por atrás se ve un poquito de la cima principal
Josetxo nos retrata,
Metidos en plena arista este del Espigüete
Por el norte detrás del pico Murcia comienzan a aparecer las cumbres de Picos
Alberto, palentino y buen conocedor de todas estas montañas, nunca había tenido ocasión de subir al Espigüete. Cuando lo comentamos en verano, se apuntó sin dudarlo. Durante la caminata fue el vigilante de Sora
Selfi en el camino
Carlos, cabrejano y amigo de toda la vida, me sigue de cerca sin separarse. Siempre que veníamos a Cervera con Miguel decía que algún día subiría al Espigüete, y hoy, por fin, ha llegado ese día
Las arista nos regala bonitas fotos
En este tramo prefieren ir por el lado norte, que progresar por el filo. Al fondo todo lo recorrido
Ya casi estamos en la cima Este, al fondo vemos la cima principal
En la cima Este del Espigüete
Espigüete visto desde la cima Este
Bajando de la cima Este en busca del collado, para mi este es el tramo más complicado por todos esos destrepes
Carlos contemplando el paisaje y posando con la cima Este detrás
Y llegamos al collado, donde se unen los caminos de la norte y sur, ya solo nos queda caminar hasta la cima. Al fondo la cima Este de donde venimos
Y a las once de la mañana llegamos a la cima de Espigüete, el sueño se ha cumplido
Sora, super contenta de estar en la cima del mítico Espigüete, es palentina y desde pequeña había visto la gran montaña, pero siempre con mucho respeto y miedos a afrontar su subida. Pero hoy, por fin, lo ha conseguido
Vistas desde la cima hacia la cima Este
Gran panorámica hacia el norte con los Picos de Europa al fondo, desde la cima se ve el terreno quemado de los incendios del verano
Dos habituales de las cumbres, yo la tercera vez que subo, y nunca me cansaré de visitar ha este montañón, y Josetxo la primera pero super contento
Carlos posando en el collado a punto de comenzar la bajada por la vertiente sur, con una gran panorámica de la montaña palentina a sus espaldas (Pico Murcia, Agujas de Cardaño, Tres Provincias, Peña Prieta, .....Curavacas)
En medio del descenso por la cara sur, una pedrera infame, por su lado izquierdo por donde mejor se baja
Lo que hemos descendido, hay que bajar con mucho cuidado de no tirar piedras y no caerse, la cima va quedando arriba
Vistas hacia el valle, cada vez más cerca
Una vez terminada la pedrera nos vamos hacia la izquierda, por debajo de los paredones, para luego continuar bajando en busca de la pista que nos llevará hasta Cardaño
Bajando hacia la pista, la arista este queda por arriba al igual que los paredones de la cara sur
Una vez en la pista ya solo queda llegar a Cardaño de Abajo
Vistas de la cara sur de Espigüete desde la pista
Y llegamos a la entrada de Cardaño de Abajo y nos despedimos del Espigüete hasta la próxima, desde aquí vemos toda la pedrera por donde hemos bajado
Y en la plaza de Cardaño damos por terminada la caminata, que no el día
Vermú en Puente Agudín, siempre es una gozada hacer una parada después de una buena caminata
Y una vez saciada la sed en puente Agudín, nos vamos hasta Casa Juanón, donde saciamos el hambre, que a gusto comimos
Y para hacer la digestión una buena tertulia en la terraza
Y la tarde-noche la pasamos en Cervera, donde pusimos punto final a este largo día en el que hicimos realidad el sueño de subir al Espigüete y compartir una jornada inolvidable con los amigos
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